jueves, 17 de diciembre de 2015

el cuento que no quería ser

Me cantaron los cuentos de todos
me contaron los sueños azules del sol
me dejaron crecer creyendo
me dijeron princesa
iluminando en mi espejo
la imagen de lo que nunca iba a ser
Estancada en la puerta de mi relato
dejé pasar las imágenes imperfectas
de aquellos que no podían calzar mi zapato
y no lo sabía
me fui sembrando de ideas insomnes
descosiendo madrugadas en brazos inútiles
me fui embarcando en un cuento descompuesto
palpitando caricias rotas
hasta romperme en los huesos vacíos
todos los cuentos cantados
ya me iba
me estaba yendo sin milagros en las manos
cuando en ese lugar
puntual
rinconcito aferrado de la realidad
estabas sentada
cargando en tu pelo tantos otros cuentos
despabilando los cerrojos del miedo
estabas mansa
inquieta paz de quien lo sabe todo
 allí estabas en un frió de junio
acariciando una taza
Estabas y en tu presencia
huía avergonzado
un fingido príncipe de mi infancia
estabas confiada
atrevida
desarticulando mis entreveros mañosos
hasta transformarlos en esta canción



de la palabra en verso

Andaba como mareada buscando un alivio 
rodando las arenas de una playa en Montevideo
andaba consciente del milagro del mar en sus venas
un día más 
rodeada del viento y su reflejo anclado en un recuerdo
un día más se iba
cansada de esperar
el milagro de las olas
sombra de una ilusión 
prometida en fantásticos relatos 
de los que jamás será protagonista
Supo de la cuerda del violín 
cantando sus miedos
Supo del espejo hambriento 
de su imagen ausente 
Andaba otro lunes
por las orillas
mareada del dolor
Amaneció sin palabras
y entonces lo comprendió 
el absurdo invierno
había caído
en sus labios.

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2
Si me fuera dado
Sembrar las cuerdas digitales de la voz
martillando la palabra
para forzar el sonido justo
Si por fortuna, colada en tu pretensión
se me fueran desafinando los verso
hasta arrancarle 
en la noche fria
arrinconada
sin querer
 en una esquina absurda
de la ciudad vieja
un pálido color 
desmayado de realidad
Si de pronto
se me fueran colando las canciones desamparadas
en aquel solitario cansancio 
Tal vez así
como al descuido
nos abrazaría la madrugada
serena
en su viento de puerto vacío
nos atraparía el aroma lejano
de un café ajeno
 nos reiría la ansiedad
de las promesas esperadas 
de un tiempo que no supo ser